El síndrome del edificio enfermo

Normalmente para ningún edificio debe considerarse como evidente su pertenencia a la categoría de edificio permanentemente enfermo. Sin embargo, en la práctica, estos edificios tienen, según Ia OMS, una serie de características comunes:
● Casi siempre tienen un sistema de ventilación forzada que generalmente es común a todo el edificio o a amplios sectores y
existe recirculación parcial del aire. Algunos edificios tienen la localización de las tomas de renovación de aire en lugares
inadecuados mientras que otros usan intercambiadores de calor que transfieren los contaminantes desde el aire de retorno al
aire de suministro.
● Con frecuencia son de construcción ligera y poco costosa.
● Las superficies interiores están en gran parte recubiertas con material textil, incluyendo paredes, suelos y otros elementos de
diseño interior, lo cual favorece una elevada relación entre superficie interior y volumen.
● Practican el ahorro energético y se mantienen relativamente calientes con un ambiente térmico homogéneo.
● Se caracterizan por ser edificios herméticos en los que, por ejemplo, las ventanas no pueden abrirse.
Síntomas
La sintomatología a observar para poder diagnosticar un edificio enfermo es muy variada, pudiendo llegar a ser compleja, ya que suele
ser el resultado de la combinación de distintos efectos. Los síntomas más significativos incluyen:
● Irritaciones de ojos, nariz y garganta.
● Sensación de sequedad en membranas mucosas y piel.
● Ronquera.
● Respiración dificultosa.
● Eritemas (Erupciones cutáneas).
● Comezón.
● Hipersensibilidades inespecíficas.
● Náuseas, mareos y vértigos.
● Dolor de cabeza.
● Fatiga mental.
● Elevada incidencia de infecciones respiratorias y resfriados.
En ciertos edificios pueden, además, estar potenciadas algunas enfermedades comunes del individuo, tales como sinusitis y algunos tipos de eczemas.
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